07 octubre 2011

De los viejos cassettes

Estoy seguro que cualquiera que me conozca sabrá que soy un melómano y también sabrá las cantidades de cassettes que grabé durante casi veinte años.

Cientos de colecciones personalizadas de música, desde el suave acorde de un violín de alguna sinfonía o sonata de Beethoven o Mozart hasta el solo de batería mas prendido interpretado por Keith Moon pasando por la introspectiva de Roger Waters al cuestionar todo el sistema al afirmar que de cualquier manera todos seriamos un ladrillo mas en la pared y así podría citar miles de canciones que de una u otra forma han moldeado mi gusto musical.

Volviendo al tema, realizar esas colecciones en la época de hacerlo con cassettes, era prácticamente artesanal, conseguir los discos con los cuates, poniéndolos y quitándolos, medir tiempos por lado para no cortar ninguna canción a la mitad, que la pausa no fuera superior a un par de segundos, vigilando que el volumen no se saturara, pero sobre todo, cuidando que las canciones tuvieran correspondencia entre si, mezclando todos estos aspectos podía lograr una grabación de mediana calidad. por muy buena cinta que hubiera adquirido en el mercado Roberto Cabral Del Hoyo, mejor conocido como "la fayuca", el cual se convirtió en el paseo dominical por excelencia para muchos de mi generación.

Volviendo al tema, por lo regular dicha grabación tenía un objetivo particular, desde el volar escuchándolos en un walkman o en la vieja grabadora que tenía en mi cuarto mientras realizaba mis tareas, hasta regalarlo al objeto del afecto, en cuyo caso volcaba toda mi vena romántica en canciones como "somebody" de Depeche Mode o "take my breath away" de Berlin esperando a cambio un "si" o un beso que recompensara las horas que me llevaba realizar dicha recopilación.

En la mayoría de las veces desarrollaba cuentos donde la música era el hilo conductor de la trama, de esta manera Judas Priest y su "you've got another thing coming" era un himno de batalla, donde los más aptos dominaban, sin importar si eran buenos o malos, en otras ocasiones escribía historias de amores imposibles y desesperados (aquí abro un paréntesis y pregunto ¿Por qué los amores imposibles son los que más disfrutamos?, cierro el paréntesis) en las que Alannah Miles y su "lover of mine" ponía el escenario perfecto para el encuentro furtivo en que el amante proscrito podía estar con la dueña de sus, ejem, erecciones.
 
Al final del proceso creativo tenía en mis manos un cassette que era más un tipo de mensaje subliminal, dirigido a quien fuera que lo escuchara.

Hoy con todos los procesos digitales y las capacidades de los modernos reproductores de música atrás quedaron este tipo de "hazañas", lo que no ha cambiado es el hecho de disfrutar al máximo las notas que han hecho de mi vida un soundtrack.

1 comentario:

@mirniuts dijo...

yo tmb recuerdo las viejas épocas de ponerme a escuchar en la radio las nuevas canciones y tratar de quitar el pause para que se alcanzara a grabar toda jejeje =) saludos! sigue escribiendo