26 diciembre 2007

Angélica

Angélica odiaba las navidades sin nieve, explicaba el conductor del autobús en que viajaba mientras tomaba una curva (como quien esquía) en una de las muchas carreteras del país, Angélica, continuo, soñaba con navidades llenas de nieve y siempre preparaba su botas que su abuelita le regalo, de esas forradas con borrego, su chamarra de plumas de ganso, su gorra de lana de esa que pica y su trineo, pero siempre siempre sus papás le cambiaban de canal de su programa renevado a alguna playa del país y le sustituian la gruesa chamarra por un coqueto traje de baño, sus botas por unas chanclas de hule, su gorra de lana por una gorra playera y su trineo por una cubeta y una palita para jugar en la arena, así que la única nieve que Angélica veia era la que la maestra Concha embadurnaba en las ventanas de su salón de latas de espray que formaban gordos muñecos de nieve con nariz de zanahoria.

Ese diciembre la playa escogida fue la de puerto Vallarta y en cuanto asomaba a la vista un macizo de palmeras sus papás decían emocionados “Mira hija el mar, que padre” y eso hacia que Angélica se enfurruñara y deseaba con todas sus fuerzas que el océano se congelara convirtiéndose en una enorme pista para patinar, pero no sucedía y Angélica se quedaba con su coraje.

Eran aproximadamente las doce del día cuando el sol cenital vierte toda su furia sobre las acaloradas cabezas de los turistas cuando Angélica estaba en la arena junto a su mama jugando con su cubeta y su pala, cuando vio a lo lejos a un chámaco que empujaba con la pereza del medio día un carrito de helados que anunciaba en los costados su paradójico nombre “Nieves de la Costa”.

Con tal de que su hija no le diera tanta lata la mama le da veinte pesos para que se compre un helado, al acercarse al carrito el heladero la mira y sentencia “estos helados no son para ti” y abre la tapa como desafiandola, ella como puede se trepa por una llanta y se asoma, lo que ve la hace perder el aliento y sin mas se cae dentro del carrito.

El chámaco agita una vez mas las campanas de su carrito y se echa a andar con la pereza que da caminar bajo el sol a esa hora alejándose.
Ahí estaba Angélica en medio de un paisaje helado tratando de incorporarse cuando ve junto a ella un par de botas negras, levanta la mirada y se encuentra con gordito vestido de rojo el cual reía como loco
- Jo jo jo, ¿Que le vas a pedir a Santa este año Angeliquilla?

Ella penso en nieve, mucha nieve aunque sea la de los helados de limon, o esa de los sanwuches de fresa que al morderlo sientes que se te quebran los dientes, o como la de los helados de chamoy que al probarla sientes un ardorcito en la lengua, si, ella queria nieve y eso pidio.

La mamá al notar que no regresaba su hija volteo a buscarla y no la encontró, la buscaron por toda la playa sin encontrar rastro de ella.

Al fin después de las dos de la tarde a la hora en que el sol calienta más la encontraron, frente a uno de los hoteles de mas lujo de la playa vallartense, el diagnostico del forense fue hipotermia aguda, es decir, congelada,

AL decir esto el chofer del autobús volteo a verme y me pregunto
- ¿Desea que encienda la calefacción joven?

Y escuche un jo jo jo que me heló la sangre.

1 comentario:

Adriana dijo...

aaaaay… que bueno que nunca me han gustado los enanos… se me hace que ese niño del carrito de helados era un ayudante de esos que dicen que hacen juguetes.

Lo acabo de leer y con el canijo frio que hace… salí corriendo a prender la calefacción…

Flz 2ml8 bss
aL.08