05 mayo 2012

La hora de partir



Despierto con la sensación de seguir durmiendo, me levanto sintiéndome más ligero, de no ser vulnerable ante el paso del tiempo.

Me doy un baño y noto que el agua no se siente mojada, me visto y salgo a la calle, pienso que el ajetreo matutino cambiara mi percepción, pero no es así, todo se mueve más despacio, la gente, los autos, incluso el viento se mueve en cámara lenta. Por otro lado los sonidos parecen amplificarse, puedo escuchar el tic tac del reloj de la persona que esta en la acera de enfrente, escucho las charlas de las personas, incluso sus murmullos, en un instante me saturo de sonidos, corro de esa calle hasta una que este menos transitada y así evitar enloquecer.

Llego a un pequeño parque junto a una vieja iglesia, me siento en una banca y extrañamente no siento su textura de cemento, se lo atribuyo a mi raro y nuevo estado de consciencia, trato de ordenar mis pensamientos cuando una voz de textura metálica capta mi atención al decir "es duro al primer día, pero ya te acostumbraras", volteo y no veo a a nadie, siento un escalofrio recorrer la espalda mientras la piel se eriza. 

Me levanto y volteo hacia hacia la iglesia, la cual esta llena, esto capta mi atención ya que es viernes y no hay misa a esta hora,me encamino a ella para ver que están celebrando y es cuando un presentimiento me invade, sin pensarlo doy media vuelta y regreso a casa, al principio camino normalmente, pero al cabo de unos minutos me encuentro corriendo por calles angostas, en eso la misma voz que escuche en el parque me susurra al oído "no huyas, acéptalo" no quiero voltear, tengo miedo, el ambiente huele a chatarra y vidrios rotos.

Al fin llego a casa, entro y me siento en la sala, tratando de razonar, de encontrar solución a los extraños hechos de la mañana, estoy en eso cuando siento que me tocan en el hombro, levanto la vista y ahí esta, me limito a sonreír y le pregunto si ya es hora, asiente con la cabeza y me dice: "Vamos, aun tengo mas personas que recoger".

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