Decía mi abuelo que todos los días cuando regresaban de la faena en la mina, algunos hombres se reunían en la plaza a reírse un rato del pendejo del pueblo y le daban escoger entre dos monedas, una dorada de gran tamaño con valor de 400 reales y otra color plata de menor tamaño ,pero con valor de 2,000 reales.
Él siempre tomaba la más grande, lo que era motivo de risas y burlas por parte de los mineros.
Un día, un viajero que observo el desarrollo de la ya tan acostumbrada rutina, llamó aparte al inocente hombre y le preguntó si todavía no se había dado cuenta que la moneda de mayor tamaño era de menor valor a lo que este respondió: "Si lo sé, no crea que soy tan pendejo, mi moneda vale cinco veces menos que la de ellos, pero el día que escoja la otra, se acaba el pendejo y no voy a tener nunca más mi moneda".
Para finalizar mi abuelo siempre decía "Quien actúa como pendejo, no es tan pendejo como parece y terminas siendo su pendejo".
Imagen: Billetes y Monedas
2 comentarios:
Nunca te acostaras sin aprender algo nuevo..
Pues tenían razón el pendejo y el abuelo. Siendo no niño, en cada lugar había un "tonto del pueblo" que era objeto de burlas; sólo que el tonto era tonto de verdad y cumplía -sin él saberlo- una función social: descargar las frustraciones de la gente, que necesitaba reírse de alguien más desgraciado que él.
El niño tonto de mi pueblo se llamaba Macario y daba lástima y risa a la vez. Los niños éramos crueles y nos reíamos de Macario y, de vez en cuando, le dábamos un trozo de nuestra escasa merienda.
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